sábado, 3 de mayo de 2008

SANTIDAD EN LA VIDA ORDINARIA.


1. Dos palancas mueven especialmente a Dios y a las almas: la oración y la santidad de vida.

La santidad es una profundización en la vida sobrenatural, iniciada ya en el Bautismo. Es tomar conciencia de la vida de la gracia. Juan Pablo I decía: “Cristo no nos pide un poco de santidad, si no mucha santidad y no con acciones extraordinarias, si no a través de las acciones corrientes”.


2. ALGUNOS EJEMPLOS:
Sta. Teresa: Funda 15 ó 20 conventos.
S. F. Javier: evangeliza la India y otros territorios asiáticos.
S. Ignacio de Loyola: Fundador de una Institución.
S. Pío o el Cura de Ars: Oyen miles de confesiones.

Ahora bien, para los laicos, la búsqueda de la santidad consistirá muy especialmente en otra cosa. Concretamente en el cumplimiento fiel de sus deberes familiares y profesionales.


3. SANTIDAD EN LA VIDA ORDINARIA.
Es decir, en el trabajo, familia, descanso, ocio y relaciones sociales. Veamos cómo lo expresa el Romano Pontífice: “Para cada bautizado que quiere seguir fielmente a Cristo, la fábrica, la oficina, la biblioteca, el laboratorio, el taller y el hogar pueden transformarse en lugares de encuentro con el Señor, que eligió vivir durante treinta años una vida oculta. ¿Se podría poner en duda que el periodo que Jesús pasó en Nazaret ya formaba parte de su misión salvífica? Por tanto, también para nosotros la vida diaria, en apariencia gris, con su monotonía hecha de gestos que parecen repetirse siempre iguales, puede adquirir el relieve de una dimensión sobrenatural, transfigurándose así”.
(Juan Pablo II: L´Observatore Romano del 18 enero de 2002).
El profesor de inglés que da capones. Se le comunica la queja recibida de unos padres y su respuesta: “No te preocupes, me estoy esforzando mucho en vencer esa dificultad. Reza por mí”.
Esto ya sí vale: Hay esfuerzo y pide apoyo de oración.
O el chico de una emisora de radio que va diariamente 15 minutos a la iglesia de Sta. Rita para hacer un rato de oración.
Santidad: es honestidad en el trabajo; atención a la familia; tiempo para Dios.


4. LA VIDA DE SANTIDAD ES VARIADÍSIMA.
S. Francisco de Asís, la ve y vive en la pobreza y humildad.
S. Juan de la Cruz, en la negación de sí mismo y en la cruz.
Sto. Tomás de Aquino, en el estudio, enseñando y escribiendo.
S. Juan Bosco, en la enseñanza y atención a la juventud.
Teresa de Lisieux, en el amor
S. Isidro en el trabajo y la familia.

5. EL CUADRO DE VELÁZQUEZ
Lo encontré un día en un despacho: Casa de Nazaret. José, con el Niño en brazos, se lo entrega a Sta. María que está cosiendo. Esa contemplación, en el trabajo y en las relaciones familiares, SÍ es santidad.
Una correcta mentalidad cristiana, no separa la vida común de las vías que se nos ofrecen en el terreno espiritual para progresar en virtud. Santidad y vida no son dos realidades yuxtapuestas. No es incompatible la perfección cristiana y la permanencia en el mundo. El laico no es un ser indiferente al mundo.
Para el laico comprometido con la santidad, no cambia lo exterior (estado civil, trabajo, residencia, etc), lo que cambia es lo interior.
La santidad es pues, vivir la vida tal cual es: con sus obligaciones, con sus sinsabores, con sus alegrías, con sus exigencias, esfuerzos y dedicación, pero con un nuevo sentido.



6. SANTIDAD Y ORACIÓN.
Ahora bien, el camino que conduce a la santidad es un camino de oración.
Lumen Gentium: “Todos los cristianos de cualquier estado o condición están llamados a la plenitud de la vida cristiana”. Es en el trabajo y en las relaciones profesionales y vida de familia en donde se ejercitan y adquieren virtudes. En medio de esas realidades, Pedro, Juan Santiago, Mateo, …
encontraron al Señor.

7. LOS MEDIOS.
La oración, penitencia, sacramentos, y dirección espiritual.
Juan Pablo II el 7-10-02 en Plaza de San Pedro decía: “Existe un criterio seguro de santidad: la fidelidad en el cumplimiento de la voluntad divina hasta las últimas consecuencia. El Señor tiene un proyecto para cada uno de nosotros, a cada uno confía una misión en la tierra. El santo no consigue ni siquiera imaginarse a sí mismo al margen del designio de Dios: vive sólo para realizarlo”.
Y éste seguimiento de su VOLUNTAD, solamente es posible con el ejercicio de la oración, la mortificación, los sacramentos y la dirección espiritual.

8. EL PLAN DE VIDA.
Existen diversos planes: Plan urbanístico; plan ecológico, planes de estudios de las diversas carreras, plan de veraneo. También, es lógico tener un plan de trato con el Señor.
Puede constar el plan de vida:
- de unos minutos diarios de oración.
- de otros minutos para la formación (lectura espiritual)
- de Santa Misa y Comunión, siempre que sea posible.
- de rezo del santo rosario.
- de un breve examen diario de conciencia.
- y dirección espiritual.
- Plan que cada uno puede ir acoplando en la dirección espiritual

Con el Plan, tratar de vivir en santidad, que no es otra cosa que incorporar LAS BIENAVENTURANZAS a nuestra vida.

9. PROPÓSITO.
- Ilusión por lograr la santidad.
- Sólida vida interior.
- Ahondar en la conciencia vocacional de cristiano.
Que sea nuestro afán de santidad una gran pasión. Hay personas que por una pasión, a veces nociva, hacen locuras. Que la Santidad sea el objetivo central de nuestra existencia. Y la santidad es buscar a Cristo, encontrarle y amarle.

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