1. El Credo del Pueblo de Dios.
El Credo del Pueblo de Dios resume brevemente la doctrina católica sobre el sacrificio de la misa en la siguiente forma:
“Creemos que la Misa, que es celebrada por el sacerdote representando la persona de Cristo en virtud de la potestad recibida por el sacramento del Orden y que es ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su cuerpo místico, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares”.
2. El mismo Sacrificio de la Cruz.
En la Misa se ofrece el mismo sacrificio que en la Cruz y la misma Sangre, se derrama místicamente en ella. No es pues un sacrificio distinto del de la Cruz, sino el mismo. Es el gran regalo de la Stma. Trinidad a la Iglesia y en cada misa interviene la Trinidad.
3. Solidaridad con Cristo.
Es el mayor acto de solidaridad con Cristo. De la misma manera que lo que era pan y vino mueren, desaparecen, en la Consagración, en cada Misa, algo de nuestro amor propio debe morir: sobreestima, vanidad, envidia, egoísmo, estar centrado en uno mismo, etc.
En la Santa Misa dejar de ser lo que éramos (el hombre viejo: infiel, con falta de autodominio, con deseos desordenados, pasiones, inclinaciones torcidas, excesiva preocupación por lo terreno...) y salir como un hombre nuevo: entregado, enamorado, comprometido con nuestra vocación.
4. Fines de la S.M. Son cuatro:
- Adoración - Ecucarístico: acción de gracias
- Propiciatorio: por los pecados - Impetratorio: de petición de gracias.
5. Valor de la Misa.
Reside en la Víctima que se inmola.
La vida cristiana es un pasar continuo por el Calvario, y la Santa Misa es un buen medio para saber pasar por allí: “estoy crucificado con Cristo” (Gálatas)
En ella tiene lugar el encuentro sacramental más íntimo entre Dios y el hombre. Todo converge hacia ella. Vienen las realidades divinas a impregnar nuestra vida y las realidades terrenas son puestas en comunicación íntima con Dios. Es el gran encuentro con el Amigo.
6. Aspectos prácticos.
Cada día o semana, insistir en una parte de la Misa para eliminar posibles rutinas Qué hacer en el Ofertorio; ... Llevar a la meditación el canon romano alguna vez. Pedirle a los santos que nos enseñen a vivirla.
De ella debemos salir ofrecidos, inmolados, preparados para darle pleno sentido cristiano a toda la vida, especialmente a la de cada día, con sus incidencias, tribulaciones, contrariedades y alegrías.
Para salir así, ¿cómo deberemos ir? Con intención de ofrecernos, de inmolarnos con Cristo.
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