1.. Mis recuerdos de los años 80: Liturgia muy parecida a la actual y la procesión del VIERNES SANTO, con Jesús Nazareno, el Stmo. Cristo de las Mercedes y Ntra. Sra. de la Soledad.
2. Ahora tenéis SEIS cofradías y hermandades. Gran mejora.
3. PREGÓN. Cristianizado, como miles de cosas hechas por los cristianos. El Primer pregón fue anticristiano. Nos lo dejó S. Jn. : “Caifás, que era el Pontífice de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, ni pensáis que nos conviene que muera un solo hombre por el pueblo, y no perezca la nación entera. Pero esto no lo dijo de su cuenta, sino que, como era el Pontífice de aquel año, profetizó que Jesús debía morir por la nación, y no sólo por la nación, más también para reunir en uno los hijos de Dios dispersos. Así, pues, desde aquel día resolvieron matarle. (11, 49-53).
Sigamos cristianizando las costumbres y la vida.
4. Vamos a pasear al Señor y a su Stma. Madre por las calles y plazas de Galapagar. Paseo al que os animo a continuarlo y mejorarlo cada año porque es un acto de fe y de catequesis para niños, jóvenes y adultos. Pero cada uno de nosotros también tiene que pasearlo por su corazón. Porque Cristo pasa y deja huella si nosotros queremos. Abrir el corazón a ese Cristo que pasa. ¡Qué felicidad deja ese Cristo que pasa!
5. Comenzamos el Domingo de Ramos con la Cofradía de la Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, "Jesús en la borriquita". Un Jesús con una mirada serena que va depositando en quien le acompaña. Mirada que en Jesús, siempre es una invitación al compromiso, a la entrega personal. Mirada que va acompañada de una bendición. ¡Qué gran valor tenía ya en el pueblo judío el sentirse bendecido! Tenemos que no sólo sabernos mirados y bendecidos, sino responder adecuadamente a tan importantes gestos del Señor.
6. Llegamos al Miércoles Santo y nos encontraremos una vez más con la expresividad de la cara del Stmo CRISTO DEL PERDÓN en el Vía Crucis procesional. Agotado y doliente, pero con una mirada que interroga e indaga. Ahí va con su rostro sangrante y pálido, mientras sus labios hablan de bienaventuranza y perdón.
7. Al día siguiente, Jueves Santo, Jesús Nazareno y el Cristo de las Mercedes, clavado y despojado. Con los brazos abiertos. Siempre estarán así los brazos del Señor, abiertos para abrazar, para recibirnos. Nos quiere. Nos llama. Su cara y mirada limpia en medio del silencio de esa noche nos dice: ¡Ven. Acércate!
“¿Puede un solo hombre cargar con el peso de la Cruz?”, dice Cristo en la película “La Pasión”.
Avanza con lentitud las cofradías entre los roncos gemidos de los tambores. De pronto, hay ocasiones en que una voz sonora rompe el silencio. Es un hombre o una mujer que saturado de emoción, canta una copla sencilla. Descansa el tambor mientras escuchamos palabras que parecen oración. Son una oración.
8. Por fin el Cristo Yacente del Viernes Santo acompañado de las dos cofradías anteriores, más la tercera Cuadrilla del Señor de los Milagros (Perú) y de la Hermandad de Jesús del Gran Poder (Ecuador). Todo por Amor. “En este Misterio de Dios es donde puede curarse el hombre. Porque la Sangre de Cristo cura y santifica al mundo, lo redime y lo transfigura” (Odo Casel, 1).
9. AMOR DE DIOS. Esto es lo más significativo de la Pasión, de la Semana Santa. La vida del cristiano deberá ser la del hombre que reconoce que es amado por el Señor. San Pablo capta ese amor de Cristo y entonces se dice, ¿Cómo debo vivir?. Con una vida de fe en Cristo, se responderá; vivo por Él y para Él, y llegará a decir “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi”. Pensaría San Pablo, si a mí quién más me ha amado es Cristo, si es el que más ha hecho por mí, ya no tengo otro camino más que vivir en Él. Esto es pues lo primero y esencial, que Dios me ama; lo demás pasa a ser todo secundario. Ese Amor es la gran fuerza para la santidad. Podremos pues decir: ¡Que nada perturbe mi proyecto de alcanzar la santidad porque me llega del Amor! Pero si soy un receptor del Amor, tengo que ser un constructor de amor. Constructor del amor produciendo pequeños detalles de disponibilidad hacia los demás: comprender, sonreír, perdonar, servir, olvidar... Constructor del amor en la vida familiar, en la educación de los hijos, en la atención a los ancianos, enfermos y desvalidos.
10. SEMANA SANTA que comienza en Jerusalén (domingo de Ramos), pero su intensidad se centra en el TRIDUO PASCUAL que nos lleva de inmediato al Cenáculo y a Getsemaní. Es decir, a la Eucaristía y a la oración.
11. ORACIÓN. “Los hombres que más han hecho por la salvación del mundo, conocieron el secreto de la unión con Dios en la oración” (Holzner, pag. 415) . ¿Qué es eso de la oración? “No es otra cosa a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Sta. Teresa. Vida, 8).
Oración abriendo el corazón para que de allí salga todo para Dios y para que entre la Palabra de Dios. “A la santidad se llega especialmente mediante el arte de la oración” (Juan Pablo II).
12. Estamos ante EL MISTERIO DE LA CRUZ. (Odo Casel)
- Dios ha escogido la Cruz como signo de su obra de amor. Todos, queramos o no estamos clavados en la Cruz de Cristo. Pero depende de nuestra decisión el estar suspendidos en la Cruz con Cristo por amor.
- Gocémonos, pues, en la Santa Cruz y examinémonos si la amamos de veras.
- Porque cada vez que sufrimos una afrenta, una humillación o una enfermedad; cada vez que ejercitamos la obediencia o renunciamos a nuestra voluntad, avanza el estandarte de la Cruz... Y a cada acto de amor a la Cruz, se debilita el dominio de Satanás y del mundo, y se acerca el Reino de Dios.
- Por causa de ese amor:
- a) Defenderemos a las familias.
- b) Nos involucraremos en una profunda educación de los hijos.
- c) Queremos y trabajaremos en pro de una cultura que humanice y respete la dignidad humana.
- Dios no exige al hombre más que una cosa: estar abierto a Cristo. El que se cierra dentro de sí mismo, endureciéndose y enterrándose en su Yo, recibe las gracias en vano, no lleva fruto. Aun la misma fuerza de Dios nada puede con un corazón endurecido. Dios es impotente ante el soberbio. El hombre endurecido está rodeado por la gracia de Dios y, sin embargo, permanece impasible.
13. CRUZ Y EUCARISTÍA. En el Monasterio de las Descalzas Reales hay un Cristo Yacente (de Gregorio Fernández) que es paseado procesionalmente por el claustro del Monasterio el Viernes Santo. Es un Cristo con un viril en el costado y naturalmente , cada Viernes Santo en esa procesión, la Sagrada Hostia va en el viril. La Eucaristía está íntimamente unida a la Pasión.
“La Eucaristía es quien nos nutre en la fe, nos guía en la esperanza y nos fortalece en la caridad” (1º domingo de cuaresma). Efectivamente, “la Iglesia vive del Cristo Eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada” (Ecclesia de Eucaristía, 6). Así que “anunciar la muerte del Señor hasta que venga, comporta para los que participan en la Eucaristía el compromiso de transformar su vida” (idem, 20).
Aquí en Galapagar, he encontrado a muchas personas muy eucarísticas, que pasen largos minutos de oración ante el sagrario.
Con la Eucaristía, con el Amor, a cambiar el mundo. APOSTOLADO. “Porque amo a Jesucristo, ardo en deseos de darle almas: primero la mía, y después el mayor número posible de otras” (San Alfonso María de Ligorio).
14. RESURRECCIÓN. Y llegamos al Domingo de Pascua. Y le diremos al Señor: Bendito seas y gracias, porque has superado y vencido a nuestros pecados; has derrotado el desánimo que produce el pecado; has vencido a la muerte. Acaba de llegar la vida. Se acabó lo negativo, el pesimismo, la tristeza, el desaliento y la depresión, porque lo que hay es vida, optimismo. Con tu Resurrección Señor, todo cristiano conoce y tiene seguridad de que todo acaba bien, muy bien.
Como con los de Emaús, el Señor se acerca a cada uno de nosotros, nos escucha, atiende a nuestras razones, comprende nuestros sufrimientos. Pero también contesta, explica y da respuesta a esas razones. Presta interés por cada alma, porque cada una vale su sangre. Es momento de confiar plenamente en que todo el amor que el Señor puso en redimirnos, lo pone ahora en protegernos.
15. SEMANA SANTA CON SANTA MARÍA.
Pero hay en la Semana Santa, en nuestras procesiones, un elemento del que aún no hemos hablado suficientemente. Lo dejamos para el final para que así más fuertemente nos acompañe y le acompañemos. Pasearemos al Señor por nuestras calles y nuestro corazón pero unido, muy unido a nuestra Madre de la Soledad.
Y mientras guiamos a nuestros Cristos y tiramos de los pasos, nos arrimaremos a su Madre, a nuestra Madre.
Por eso estamos totalmente comprendidos en su oración y en su acción.
El Señor hace pasar por Ella todas las gracias que nos envía.
Hay que fundirse con MARÍA, unirse a Ella, vivir en Ella.
Y le podremos decir: ¡Madre, prepáranos para el encuentro con tu Hijo!
Hace pocas semanas, la Parroquia ha estado de peregrinación en FÁTIMA. Pues bien, se van a cumplir 91 años de un día en el que la Virgen dijo allí a los tres pastorcillos: “Rezad, rezad mucho porque el Corazón de Cristo sufre mucho por los pecados de los hombres”. Todo un misterio, que Cristo, glorioso y gozoso en el cielo, sufre.
Estamos pues, en un tiempo de conversión, de una pequeña conversión, porque los hombres esto es lo que podemos hacer, pequeñas cosas, pero esa pequeña conversión, es necesario que la hagamos. El mejor modelo para hacerla, el Señor y su Santa Madre.
ACERCÁNDONOS AL FINAL de este VI Pregón, decía al principio: Sigamos cristianizando las costumbres y la vida. ¿Cómo? Mi propuesta es triple:
A. Con el exacto y fiel cumplimiento de nuestros deberes profesionales, familiares y de piedad filial con Dios..
B. Con la participación en los actos y costumbres populares para darles un sentido trascendente. El absentismo puede en muchas ocasiones no ser cristiano.
C. Con la incidencia afectiva y directa en las 10 ó 15 personas con las que convivimos asiduamente, para que en todos y en cada uno, se produzca esa pequeña conversión de la que hablábamos hace un instante.
16. SEMANA SANTA.
Finalizaré el PREGÓN con una poesía de un poeta español, que la dedicaré a los Cofrades, a sus esfuerzos, a sus esfuerzos y sudores y a los que ya se marcharon y permanecen gozosos en la otra VIDA.
Ante el Cristo de la Buena Muerte. (De José Mª Pemán).
¡Cuerpo llagado de amores
yo te adoro y yo te sigo!
Yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la Cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo,
y bendecirte sufriendo
y muriendo, bendecirte.
Quiero, Señor, en tu encanto
tener mis sentidos presos,
y, unido a tu cuerpo santo,
mojar tu rostro con llanto,
secar tu llanto con besos.
Quiero, en santo desvarío,
besando tu rostro frío,
besando tu cuerpo inerte,
llamarte mil veces mío...,
¡Cristo de la buena Muerte!
Julio Gallego Codes.
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