sábado, 3 de mayo de 2008

LA ADOLESCENCIA EN LAS SERIES DE TELEVISIÓN



A las diez de la noche muchísimos niños ven la televisión, según el III Estudio de Audiencias Infantil y Juvenil de España, elaborado por la Asociación para la Investigación en Medios de Comunicación, sobre una muestra de 4.055 entrevistas. En concreto, más de ochocientos mil españoles menores de catorce, ven la televisión a partir de las diez de la noche.

Y, ¿cómo son los programas que se pueden ver en esos momentos? Son series en las que no suele haber escenas de sexo explícito, pero es un elemento que está ahí implícito y en bastantes programas es el punto central que sostiene el argumento. Es decir, insinúan pero no muestran. Se juega con los problemas sexuales de los protagonistas, aunque nunca aparezcan escenas de alto calibre sexual. Pero las situaciones sensuales son abundantes, lo mismo que los comentarios y las bromas en ese mismo sentido. Por otro lado, la aparición de las relaciones precoces entre adolescentes, Guille y Teté apenas pasarán de los trece años, es un tema preferido por los guionistas.

Junto a lo anterior, las historias se construyen con argumentos sentimentales en los que los protagonistas se sienten felices. Pero, ¿ qué ocurrirá el día que ya no se sientan felices? Si el sentimiento es la norma moral, desaparecerán los compromisos estables. Las historias son comedias en las se suavizan las conductas que por otra parte no son nada modélicas para los jóvenes. Aunque eso sí, contienen escenas que producen diversión y risa.

La consecuencia más destacada de las series es que las parrillas ofrecen espacios poco educativos. Eso sí, con escenas breves, con diálogos sencillos, directos y frases cortas.

Hubo una época en la que cuando se quería entretener se componía y oía la Novena Sinfonía, la Marcha Húngara, El Amor Brujo, La Flauta Mágica; Cascanueces..., se escribían y leían Fábulas, Los Cuentos de Andersen, El Quijote, El Lazarillo, ... Ahora queremos que los chicos se lo pasen bien con series y programas en los que aparecen continuamente relaciones artificiales, propensión al ligue, al sexo, a la violencia, a actitudes rebeldes y gamberriles.

¿Quién tiene que actuar? Los primeros los padres. Los medios que disponen son varios: cartas al director de los periódicos o a las propias cadenas de televisión; por supuesto, establecer un acuerdo de programación familiar para ver la TV en el que se determine el número de horas y horario que estará encendida Ver la tele con los hijos para enseñarles a examinar las diversas situaciones y fomentar el buen espíritu crítico. etc.

También, corresponde a las autoridades examinar si junto a la conveniencia de obligar a ponerse el cinturón de seguridad en la circulación, para evitar menos muertes, menos tetrapléjicos y parapléjicos y de paso, menos gastos en seguridad social, lo cual está francamente muy bien, si también convendría no estimular la precocidad sexual de los adolescentes, para también reducir los embarazos, las depresiones y las enfermedades de transmisión sexual en tan corta edad.

En fin, lo ya sabido, que la televisión está llena de oportunidades para aprender, para cultivar el espíritu, para contar con la información necesaria, pero, por otro lado, es una tentación atractiva para dejarse llevar, para no poner esfuerzo, para la pasividad, para dirigir a los televidentes, especialmente con los informativos, y para cambiar los modelos sociales que son absorbidos con mayor facilidad por los adolescentes y jóvenes, según las figuras que presentan las series de ficción.

Como dice el profesor Pérez Juste, la sociedad tiene que tomar un mayor compromiso. Porque no se puede pedir a la Escuela tolerancia y respeto y comprobar cómo nuestros líderes adolecen de tales valores en la vida pública; no tiene sentido exigir un lenguaje limpio, correcto... y estar expuestos, día a día, a auténticos sabotajes a la propia lengua hasta en los medios de comunicación públicos, llegando con demasiada frecuencia al lenguaje barriobajero y soez; no se puede demandar a la Escuela el cultivo de valores sociales y morales y ofrecer en las cadenas públicas de TV antimodelos.


Julio Gallego Codes.

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