La madurez intelectual y el sentido común de los hombres y mujeres del siglo XXI, tienen que procurar no prestar oídos a las numerosísimas utopías que se vienen presentando en el mundo educativo.
Efectivamente, ¿Qué se pide a la Escuela, a los Institutos, a todos los Centros Educativos? UTOPÍAS
Se les pide:
- Ante los brotes de racismo. Que incorporen la educación multicultural y multirracial que favorezca la tolerancia.
- Ante las nuevas enfermedades. Nuevos programas de educación para la salud.
- Ante los accidentes de tráfico. La educación vial.
- Ante el uso de las drogas. Programas educativos de prevención de la drogadicción.
- Ante el incremento de la violencia. Que se enseñe a los niños a descodificar los mensajes audiovisuales violentos del cine y TV.
- Problemas con el SIDA. Se dé educación sexual en la Escuela.
- Peligros en la Naturaleza. Programa de Educación Ambiental.
- Proliferación de las guerras. Educación para la paz.
Hace 20 ó 25 años, al profesor de matemáticas se le pedía que enseñase bien las matemáticas. En el momento actual se ha generalizado la petición y todo profesor debe además interesarse por el equilibrio psicológico de sus alumnos, el desarrollo de su sentido crítico, que tenga en cuenta su formación cívica y atienda a los problemas de la coeducación en la clase, ...
Y todo esto en medio del notable desarme moral que se observa en los países de Occidente, como consecuencia de la pobre atención a la formación en valores, del hundimiento de las creencias religiosas y la difusión de modelos sociales no educativos (preferentemente por las series de TV), entre adolescentes y jóvenes que crean un clima de inseguridad y desorientación en esta crítica etapa de la vida. Porque este es un período en el que muchas inseguridades de la niñez superadas en diversos momentos, vuelven a reaparecer. Es una etapa que suele ir acompañada de inestabilidad y de labilidad emocional. Es como si el adolescente dudara entre seguir siendo niño o el adulto que quiere llegar a ser.
Las familias y la gente en general confían en la Escuela; creen que ella es la que puede resolver todos esos problemas y confían en ella. Todos recurren a la Escuela, a los Centros Educativos para que allí se prevenga todo conflicto: la violencia, el alcoholismo, los embarazos de las adolescentes, la drogadicción, el deterioro del mobiliario urbano, ... Creen que ahí está la solución, y no es así. ¿No es esta forma de razonar una forma de eludir la propia responsabilidad como persona, como colectivo, como comunidad de vecinos, como municipio, como gobernante...?
La Escuela hace todo lo que puede y tal vez más de lo que puede, pero para lograr mejores resultados es imprescindible el apoyo de la Sociedad. Un sencillo proverbio africano da la clave y solución al problema. Dice así: “Para educar a un niño hace falta la tribu entera”.
Julio Gallego Codes.
Efectivamente, ¿Qué se pide a la Escuela, a los Institutos, a todos los Centros Educativos? UTOPÍAS
Se les pide:
- Ante los brotes de racismo. Que incorporen la educación multicultural y multirracial que favorezca la tolerancia.
- Ante las nuevas enfermedades. Nuevos programas de educación para la salud.
- Ante los accidentes de tráfico. La educación vial.
- Ante el uso de las drogas. Programas educativos de prevención de la drogadicción.
- Ante el incremento de la violencia. Que se enseñe a los niños a descodificar los mensajes audiovisuales violentos del cine y TV.
- Problemas con el SIDA. Se dé educación sexual en la Escuela.
- Peligros en la Naturaleza. Programa de Educación Ambiental.
- Proliferación de las guerras. Educación para la paz.
Hace 20 ó 25 años, al profesor de matemáticas se le pedía que enseñase bien las matemáticas. En el momento actual se ha generalizado la petición y todo profesor debe además interesarse por el equilibrio psicológico de sus alumnos, el desarrollo de su sentido crítico, que tenga en cuenta su formación cívica y atienda a los problemas de la coeducación en la clase, ...
Y todo esto en medio del notable desarme moral que se observa en los países de Occidente, como consecuencia de la pobre atención a la formación en valores, del hundimiento de las creencias religiosas y la difusión de modelos sociales no educativos (preferentemente por las series de TV), entre adolescentes y jóvenes que crean un clima de inseguridad y desorientación en esta crítica etapa de la vida. Porque este es un período en el que muchas inseguridades de la niñez superadas en diversos momentos, vuelven a reaparecer. Es una etapa que suele ir acompañada de inestabilidad y de labilidad emocional. Es como si el adolescente dudara entre seguir siendo niño o el adulto que quiere llegar a ser.
Las familias y la gente en general confían en la Escuela; creen que ella es la que puede resolver todos esos problemas y confían en ella. Todos recurren a la Escuela, a los Centros Educativos para que allí se prevenga todo conflicto: la violencia, el alcoholismo, los embarazos de las adolescentes, la drogadicción, el deterioro del mobiliario urbano, ... Creen que ahí está la solución, y no es así. ¿No es esta forma de razonar una forma de eludir la propia responsabilidad como persona, como colectivo, como comunidad de vecinos, como municipio, como gobernante...?
La Escuela hace todo lo que puede y tal vez más de lo que puede, pero para lograr mejores resultados es imprescindible el apoyo de la Sociedad. Un sencillo proverbio africano da la clave y solución al problema. Dice así: “Para educar a un niño hace falta la tribu entera”.
Julio Gallego Codes.
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